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© FEGLININ ISSN 2594-2298
| Año 8, No 29, abril – junio 2024 |
Volumen 1
económico, político y cultural, este tipo de educación acontece cuando el aprendizaje no se
desarrolla en un centro educativo y generalmente no se obtiene un certificado, sin embargo,
este tipo de educación mantiene una estructura definida por objetivos didácticos y
pedagógicos diseñados para la población objeto, generalmente no es impartida por
profesionales de la educación. Asimismo, el autor señala que, en el caso de educación
ambiental no formal en contextos rurales, se propone un análisis de currículum y de
estrategias pedagógicas adecuadas para el contexto social.
En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (1975), señala que los programas de educación ambiental deben considerar el medio
natural y artificial en el marco ecológico, político, económico, tecnológico, social,
legislativo, cultural y estético. Asimismo, señala que debe ser un proceso interdisciplinario,
continuo y permanente en el ámbito escolar y fuera de la misma, así como también que debe
emplear una participación activa en la prevención y resolución de problemas ambientales.
Por otro lado, Sureda (1989), argumenta que un programa de educación ambiental debe ser
coherente durante la planificación y organización, en el cual debe considerarse el análisis de
la realidad, lo cual abarca un reconocimiento del contexto para el que se realizará el
programa, así como un estudio para conocer los aspectos sociales, económicos,
administrativos, naturales, culturales del territorio y los objetivos del programa, también
señala que debe expresar de forma clara los objetivos y prever el futuro esperado, así como
los medios para alcanzarlos, además, debe planificar y definir las responsabilidades de los
actores involucrados. Por otro lado, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(2010), enfatiza que un programa de educación ambiental es un instrumento estratégico, que
contiene una planeación para alcanzar objetivos particulares, así como una secuencia
integrada de experiencias y materiales educativos, también señala que un programa puede
ser de corto plazo y de una sola vez, hasta contenidos de largo plazo.
Al respecto Nieto y Buen día (2008) mencionan que en el diseño del programa de educación
ambiental intervienen cuatro procesos: la contextualización, la estructuración, la
programación y la evaluación. En este sentido, según Buendía et al., (2019), la
contextualización comprende el diagnóstico al trazar las relaciones que compone el proyecto
de educación ambiental (objetivos, contenidos, actividades y materiales) con el proyecto en
donde se pretende tener un impacto, además, enfatizan que este proceso tiene como objetivo
localizar la información adecuada de toda la información disponible, así como considerar que
el entorno es cambiante, por lo cual este proceso se manifestará en todos los procesos del
diseño de un programa de educación ambiental.
En lo referente a la estructuración, el cual corresponde a los programas educativos, Núñez
(2008), señala que un programa educativo contiene actividades a realizar en espacios,
tiempos y recursos determinados para el logro de objetivos, de acuerdo a un diagnóstico
previo, al respecto, Gil (2004), señala que un programa educativo contiene la misión de la
institución educativa, lo que hace, lo que debe hacer y para qué se hace, los valores que
promueve, su compromiso con la sociedad, así como también señala que debe considerar el
contexto cultural y el sistema pedagógico. Por su parte Bedolla et al., (2017), señalan que los
programas educativos comprenden los cursos, actividades y experiencias de aprendizaje que
se ofrecen, en un esquema organizado de forma integral, el cual promueve el desarrollo de
los saberes teórico-conceptuales, procedimentales y actitudinales que se pretende alcanzar en
el perfil de egreso, asimismo, señalan que deben contener la identificación de la unidad de
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